Seguramente todos hemos experimentado ese instante en el que después de buscar sin éxito una solución a un problema, de repente a modo de chasquido y con una claridad suprema, se nos aparece aquello que necesitábamos ver. Es lo que en psicología conocemos como “Insight”.

Esta “claridad de mente”, no solo se produce en momentos breves, también se puede manifestar en un grado más amplio, es el caso de esos días inspiradores, en los que todo se nos torna claro y donde las informaciones o ideas no esperadas se nos revelan … días que suponen “un antes y un después”… días a partir del cual la crónica cambia.

Podríamos ir mucho más allá, podríamos referirnos a etapas completas de nuestro devenir en las que, al menos de una forma subjetiva, manifestamos tener las cosas claras y donde las decisiones las tomamos unas tras otras, dando un ritmo frenético a nuestra vida.

Como todo proceder se despliega siempre en una alternancia y dualidad, experimentamos también momentos en los que estamos literalmente ciegos, jornadas marcadamente confusas y épocas en las que no somos capaces de vislumbrar más allá del día presente. Como secuela de esta falta de visión se nos detiene la vida.

Si aplicamos una lógica racional a lo expuesto hasta ahora, podemos deducir que solo somos capaces de generar un cambio cuando actuamos y solo actuamos cuando creemos tener las cosas claras. Al menos así parece que estamos condicionados, y así nos han ido enseñado.

Llegado a este punto, analicemos  desde esta lógica nuestro panorama actual, una realidad en la que no hay claridad respecto a nada y ni siquiera parece que podamos tenerla. Una realidad en la que vivimos como si tal invidentes fuésemos, en la que no sabemos hacia donde caminar, ni cómo actuar, ni cuándo acabar. Una realidad que nos condena por tanto a inhibirnos, a detenernos ante tanta infinidad de dilemas.

Y al unísono, sintiendo un popurrí de experiencias emocionales: “ansiedad” por no saber que camino nuevo se nos va a trazar, “miedo” a no ser capaz de afrontar los nuevos retos que se nos puedan plantear, “rabia” por la impotencia que nos produce no poder actuar y la gran “tristeza” que sentimos al tener que aceptar esta situación que no nos gusta… para poder dejar ir lo que antes fue y que ya no es.

Sin embargo, nuestra propia biología, nuestra parte más instintiva de la vida, nos demanda cambio, desarrollo y evolución, y si estos no los sentimos presentes en nuestra existencia, corremos el riesgo de entrar en un estado letal, en un estado de muerte en vida… que se escribe lenta y tediosa.

Aplicando una lógica diferente, esta situación incierta, confusa y poco clara a la que se empeñan en llamar Nueva Realidad, más que darle un matiz definitivo (cuidado con los mensajes que estamos trasmitiendo) tal vez se pueda considerar como una etapa de tránsito en nuestro camino de evolución.

¡Un instante de claridad Por favor!

¿Será que la solución es esperar el “Insight”, la revelación… ?. Quién sabe… tal vez, pero ese “matiz inesperado” que lo caracteriza, solo se produce tras un trabajo profundo donde los elementos que intervienen en la situación, se reorganizan con otra lógica. A veces esto sucede sin darnos cuenta y otras siendo más consciente, trabajando con técnicas conocidas por la disciplina psicológica.

Ya lo decía Pablo Picasso “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando». Hoy después de desarrollar más de un trabajo artístico y de acompañar a tantas personas en diferentes procesos de desarrollo y auto-cocimiento, puedo decir que -La inspiración es al arte lo que la conciencia es a la vida-, y por tanto si buscamos realmente un cambio necesitamos una mayor conciencia y esta solo puede venir viviendo, y vivir es evolucionar.

-La inspiración es al arte lo que la conciencia es a la vida-

Esta revelación que estamos esperando, puede que se trate precisamente de esto, de una NUEVA CONCIENCIA, más acorde al momento evolutivo que el ser humano está viviendo. Una nueva conciencia que nos empuje hacia una nueva mentalidad, una nueva emocionalidad y una nueva humanidad.

Siempre nuestra evolución más allá incluso de los inicios del Homo sapiens hace más de 6000 años, ha venido de la mano de cambios en nuestro medio, y este a su vez se ha ido transformando en la medida que como especie hemos ido cambiando.

Observar la historia y observar nuestra realidad actual, puede darnos una de las claves para estos momentos de transformación, nunca nada antes de este Covid, nos había obligado al género humano a invertir la ecuación: Cuidarnos a nosotros mismos, para responsabilizarnos de los otros. (Buena lección para las mujeres, quienes representan como género en un alto porcentaje el arquetipo Jungiano de Cuidador).

Es momento de ampliar nuestra mentalidad, es momento de soltar y trascender los egos, “el yo soy importante», es momento de entender que “tu eres igual de importante que yo” por tanto es necesario ese enfoque más social, más global, incluso más universal.

Muchos acontecimientos nos apuntan a ello, los descubrimientos de nuevos planetas potencialmente habitables, la consideración del año 2021 como prometedor para la ciencia espacial, el desarrollo exponencial de las tecnologías de comunicación que cada vez nos conectan más y mejor, inclusive lo podemos apreciar en otro ámbito en el que la mayoría conocemos, el empresarial, donde la responsabilidad social corporativa se despliega con fuerzas e invita a traspasar las propias paredes de las organizaciones, para aportar parte de su éxito, de sus beneficios, a la sociedad.

Un nuevo reto por tanto se nos plantea al hombre, conjugar una nueva conciencia social más allá de su propia historia individual.

Se necesita tranquilidad, silencio, vivir desde dentro, que el mundo se enlentezca para poder escucharnos, para poder conectarnos con nuestros dones, fortalezas o como cada uno le quiera llamar, hoy necesitamos aunque sea ese instante de claridad para conocer nuestra mejor versión, nuestra singularidad y ponerla al servicio de la sociedad.

Hoy buscar un propósito humanitario nos llena de sentido, un propósito con el que poder compartir, con el que poder colaborar en el beneficio de todos y de una nueva conciencia más colectiva. Es aquí, el bien común,  uno de los campos en los que la mujer tiene mucho que decir y mucho que aportar.

María José Villalba Muñoz

Psicóloga  y Coach Personal y Ejecutivo. Especializada en auto-conocimiento, gestión del cambio y liderazgo.

Acompaña a mujeres, profesionales, emprendedores y directivos en sus procesos personales y desarrolla para empresas proyectos de liderazgo transformador.

 

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