@pilarlacasta

A veces nos enfrentamos a situaciones complejas en la vida, otras veces sencillas, otras fluyen y nos dejamos llevar porque no tienen consecuencias, o eso solemos pensar…y esas son las que nos hacen vivir, sentirnos vivos… sobre todo cuando eres mujer. Así lo siento.

Ni hormonas, ni reglas, ni menstruación que te afecte, dolor de muelas, medias rotas o pelo con un dedo de raíz y las canas a flor del viento que las deja estiradas como la antena del coche cuando sales a circular por las calles de la ciudad.

¿Y que haces con eso que te agarra por dentro y se pega a las arterias, a los músculos, a los tendones?

Pues lo dominas.

Los pies que viven solos, porque tienen voluntad para correr cuando lo necesitas.

La “tiranta” del sujetador baja y sube cada diez minutos y te hace sonreír cuando la has colocado en su sitio por enésima vez.

Desaparecer en el baño para respirar y contar hasta veinte, treinta o cincuenta.

No preguntar cuando no quieres saber y te muerdes las ganas apretando las uñas con todas tus fuerzas sobre las palmas de las manos.

Ver señales en la oficina que te recuerdan que no queda leche en casa para el desayuno.

Canciones que oyes camino del trabajo y te transportan a la adolescencia durante 3,25 minutos y te colocan en ese escalón donde te imaginabas cómo serias de mayor.

Inspirarte mirando a esa anciana que camina con dificultad, mientras mueves las llaves en la mano derecha, tu mirada la sigue después de haberla alcanzado y giras la cabeza para grabar su espalda en tu pupila.

Respirar hondo sobre el acantilado en ese dia de fragilidad sin su mano cerca.

Volver a los pañales y pasar por el dentista para que le cambien los alambres a sus “brackets” y comprarle sus vaqueros nuevos y acompañarle al partido del sábado por la mañana y darle dinero para el cine en su primera cita hasta que se te marcha de casa…

Quedarte mirando tus trocitos de piel en el espejo y contar los poros de tu rostro, ese que ves transformarse, al despertar y parar el mundo 60 segundos para hacer la resta de cuántos años tienes ya.

En medio de la comida buscar en los surcos de tu memoria el nombre de aquella amiga de Facultad y sonreír a carcajadas: “¿…os acordáis cuando hablábamos de corrido?”

Contar las gotas de lluvia sobre el cristal del teléfono como si fuesen sueños por cumplir.

Tenderle la palma de la mano derecha para que coloque la suya y la gires para acariciarle a 30 metros de la puerta del cole. Se hace mayor.

Tonta. Sentirte como una tonta cuando te preguntan por el nombre de tu perfume.

Sentir el viento en la cara esa tarde de otoño de domingo y cerrar los ojos mientras dibujas en un papel sobre tu mente: Mañana es Lunes….

Hacer una tortilla de patatas con cebolla como las que te hacia mamá cuando tenias 7 años y sonreír para ti sola con melancolía porque la echas de menos.

Volver a Paris, volver y recordar cuando hiciste el Amor en el suelo de la habitación del Hotel la primera vez que fuiste.

Liar a tus amigas para tomar un café el martes por la tarde y planear esa comida larga y templada imposible de organizar.

Querer cantar como Zenet en la ducha.

Hacer la maleta a toda velocidad porque pierdes el AVE. Subir al vagón corriendo y darte cuenta que has olvidado la ropa interior, sonreír mientras colocas tu maleta sobre tu asiento y reírte para ti mientras te sientas.

Loca. Volverte loca esas noches en las que abrazas y besas como si el mundo se fuera a acabar.

Salir a correr o ir a Pilates. ¿Gimnasio o hacer la compra? Ordenar los libros de las estanterías o las facturas y las cartas pendientes de abrir, el miércoles festivo en medio de la semana.

Comprar pilas, pasta de dientes y depilarte mientras llamas a tu madre para decirle que sin falta el viernes tarde le llevas eso que te encargó hace 15 días.

Cerrar las ventanas cuando amenaza lluvia y quedarte 2 minutos mirando tras el cristal contando los inviernos y las ventanas que llevas cerradas.

Desenredarte el pelo mientras brincas planetas.

Pedir sushi y tumbarte a su lado en el sofá mientras te acaricia cada mechón de tu cabello y decirle que le amas.

Detener el tiempo. Detenerlo muchos años. Vivir profundamente. Sentir el corazón. Ser mujer. Sonreír. Correr. Tener hijos o no. Amar. Sufrir. Bailar. Llorar. Sangrar cada mes y comprar tampones como para llenar cuatro campos de fútbol. Sonreír. Cambiar de teléfono. Escribir un pos-it en la nevera. Que te llegue la menopausia. Y nunca dejar de sonreír. Nunca. Equilibrada. con las justas inseguridades. Porque has nacido mujer y es maravilloso.

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