A principios de marzo, conocíamos que la Unión Europea, pretendía rescatar del cajón de los olvidos una directiva del 2012, que fue aprobada como un gran logro y con gran publicidad, que perseguía paliar la escasa presencia de mujeres en la cúpula de las empresas europeas, para lo que en hace ya 8 años la Directiva establecía un objetivo de un 40 % de presencia del género menos representado entre los administradores no ejecutivos de empresas cotizadas en bolsa. Así pues, el objetivo de alcanzar al menos un 40 % de presencia del género menos representado en los puestos no ejecutivos tendría que ser alcanzado en 2020.

Llegada la fecha, la realidad es muy diferente. Los países han legislado de distinta forma, y el resultado es que suman solo en torno a la cuarta parte de los miembros de consejos de administración, y su representación es muy inferior a la cabeza de las empresas, donde únicamente el 8% de los consejeros delegados son mujeres.

Por esta razón, la presidenta de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen, ha anunciado la intención de rescatar ese compromiso en la estrategia para la igualdad.

Así, la presencia de mujeres en los consejos de administración en España se situaba según datos de 2019 en el 19,9%, a más de 10 puntos del objetivo establecido en el Código de buen gobierno, del 30% para 2020, mientras que la presencia de mujeres en puestos de consejeras ejecutivas es de tan sólo el 4,7%.

Y ahora conocemos que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) fijará la obligación de que las sociedades cotizadas tengan al menos un 40% de mujeres en sus consejos dentro de dos años, en 2022. Así lo ha anunciado el presidente de la institución, Sebastián Albella, a pesar de que en el mes de enero apuntó que sería 2021 el momento en el que se aplicara esa limitación mínima de mujeres en los consejos.

El presidente, ha reconocido que la diversidad de género es uno de los puntos que más peticiones ha recibido en el trámite para aprobar el nuevo Código de Buen Gobierno.

Entre esas peticiones se recoge la de anclar dentro de dos años el objetivo de presencia femenina en el 40% y fijarán así un plazo de dos años para la consecución de este objetivo.

Algo no funciona, cuando, lo que debiera ser la incorporación natural de las mujeres a la empresa, se percibe como una imposición imposible de cumplir en los plazos establecidos. No es una buena noticia para la sociedad. Al contrario, ya es una evidencia, el valor añadido que aporta la presencia femenina, y la diversidad en general en la empresa, algo que hace años se viene hablando, pero que aún no termina de materializarse.

Así, es preciso seguir, sensibilizando e impulsando políticas dirigidas a la incorporación del talento femenino, al menos el 50% de la sociedad, a la construcción de la sociedad del futuro, a la que todos estamos llamados a participar.

 

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