ReivindicandoArquiCentro Heydar Aliyer en Azrebaijan.

Arquitecta  Zaha Hadid

La arquitectura está en un momento de grandes cambios: Las tecnologías, la información,… además del principio ético de respeto al planeta y a sus recursos naturales. Esto hará que la profesión evolucione.

La arquitectura es reflejo de la época en que se desarrolla, por lo que los retos a que se enfrenta son comunes a nuestra sociedad: crecimiento urbano incontrolado, alargamiento de la edad media de vida, deterioro del medio ambiente, etc. El problema, como afirma Fuensanta Nieto*, es que la arquitectura aunque debe dar respuesta a todos estos grandes desafíos, por sí misma, es incapaz de manejar los mecanismos para afrontar las soluciones, que deben venir impulsados por los procesos políticos y económicos. He ahí el sentimiento de la impotencia de los propios profesionales.

Pero no está todo perdido. La arquitectura sí tiene poder, en sí misma, de transformación a escala intermedia y doméstica. Un edificio no debe entenderse como un simple objeto de especulación y/o rentabilidad. Es hora de reinvidicar que la buena arquitectura «afecta» a la vida cotidiana de las personas: la buena funcionalidad, los materiales adecuados, la presencia de luz natural, la cualidad del espacio, incluso los colores y las texturas, condicionan la propia actividad y sentimientos de los usuarios.

Lo que emociona en una obra arquitectónica es la transformación del espacio y comprobar que ese espacio transmite, comunica, libera. Su fin último es, o debe ser, construir un mundo útil y al mismo tiempo bello, sustentable y al mismo tiempo amable. Y su gran transcendencia es constituir un legado de unas a otras generaciones.

Pero hoy en día parece que los arquitectos estamos perdiendo  la confianza de la comunidad. La especulación nos arrastró como si toda la arquitectura, en lugar de responder a las personas y a sus actividades y relaciones, respondiera sólo al capital y la rentabilidad.

El gran desafío es volver a reinsertarnos en la sociedad. Fuimos formados para dejar una herencia de calidad y valores a las generaciones futuras; fuimos formados en una materia, por naturaleza, interdisciplinar y exigente con nosotros mismos, preparados para resolver problemas complejos con prudencia, evitando despilfarros y no renunciando nunca a la belleza.

Los ciudadanos pasamos más del 80% de nuestro tiempo en el interior de los edificios. Creo que es suficiente razón para no claudicar en nuestro empeño de volver a ser valorados.

 

 

Carmen Albalá

Arquitecta

 

 

 

* Fuensanta Nieto es co-fundadora de Nieto Sobejano Arquitectos, una de las firmas españolas más reconocidas a nivel mundial

 

 

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