Ya nos decía Buda que “El camino a la iluminación se encuentra en el punto medio entre todos los opuestos”.

Pretender estar en la iluminación, puede ser algo pretencioso, pero quizás esta frase de uno de los grandes maestros universales, nos puede ayudar a entender el Principio de Polaridad necesario para una comprensión más amplia de los conflictos.

Si nos remitimos al contexto histórico, el Principio de Polaridad que encontramos en todo lo que existe, ya fue enunciado por Hermes Trismegisto (Tercer milenio a.c.), como una de las siete Leyes Herméticas y Universales de la naturaleza.

Posteriormente, Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Descartes, Kant e innumerables teorías filosóficas, psicológicas y físicas, recogen de alguna manera este principio. Destacamos frases como: «los opuestos son idénticos en su naturaleza, los que solo se diferencian en grados», «los extremos se tocan», «todas las verdades son semiverdades», «todo lo paradójico… pueden reconciliarse».

Fue Hegel, en su modelo comprensivo de la realidad: Tesis, Antítesis y Síntesis, quién nos mostró la complementariedad de los opuestos y la fuerza que adquieren en su propia reconciliación, creando una tercera opción más auténtica y verdadera, y dicho sea de paso, la que continuará en un futuro polarizándose y sintetizándose una y otra vez en verdades mayores.

Atendiendo a dicho principio, cualquier cualidad, característica o aspecto que vivamos se definen por su par opuesto, del que lo separan diferentes grados, porcentajes e intensidades. La vida transcurre siempre entre dos aspectos en oposición: no hay noche sin día, blanco sin negro, hombre sin mujer, bueno sin malo,…

Curiosamente, cualquier polaridad se suele vivir como algo inarmónico o negativo, en general los contrarios nos despiertan inquietud, incomodidad, tensión…, lo vemos diariamente en nuestra sociedad, es el origen de los conflictos, donde de alguna manera no admitimos, mostrando rechazo por todo lo que sea contrario a nosotros, ya sean respecto a pensamientos del otro, sentimientos a veces encontrados o bien comportamientos no aceptados por nuestras propias creencias, ética o moralidad.

Sin embargo, cuando nos abrimos a algo más grande, la lectura se torna más amplia y diferente a la habitual. Gracias a los opuestos se desarrolla el movimiento dinámico, se crea la energía tal como nos dice la física, y es cuando se activa en numerosas ocasiones la motivación al cambio.

Es para todos los que trabajamos el autoconocimiento, la observación de los opuestos, donde encontramos una de las herramientas más potente para una mayor conciencia de nosotros mismos y una auténtica transformación.

Una vez expuesta las premisas fundamentales, podemos entender que la dualidad y con ella el conflicto, tan recurrente hoy en día, como cualquier dimensión humana, forma parte indiscutible de nuestra vida.

Hay una tendencia natural e inconsciente en el hombre, a vivir de forma estereotipada y unilateral, lo que le genera irremediablemente un sufrimiento y grandes dosis de agresividad. Aquellos comportamientos, pensamientos o incluso emociones que cualquier persona externa y opuesta a nosotros manifieste. (persona difícil, pensamiento político, intereses…), son rápidamente atacados y puestos en cuarentena.

No es fácil reconocer que existe algo dentro de nosotros, que incita, motiva y produce esa situación discordante. Nos cuesta trabajo ver que el conflicto, se genera siempre por la propia oposición de la cual formamos parte irremediable.

Si cualquiera negamos la existencia en nuestro interior de una de las dos polaridades, nos convertiremos en víctimas de una fuerza «aparentemente externa», que encarnará esa energía a la que no permitimos expresarse, dicho de una forma más concreta, aquellos que rechazan de manera continua las experiencias o situaciones conflictivas, se encontrarán de manera irrefrenable con circunstancias que le hagan vivir la energía negada, en este caso a través de un conflicto.

Dentro de un proceso de Autoconocimiento y Conciencia personal, el objetivo es alcanzar dentro de nosotros un estado de equilibrio entre ambas partes. Cualquier conflicto se vence, desde la aceptación de que dentro de nosotros cohabitan ambas visiones, seamos consciente o no.

Para una persona que se considere especialmente conciliadora en su trabajo, no es tarea fácil aceptar que, dentro de ella, tiene también la otra parte, la polémica, aunque a veces se desarrolla con ella misma o como desencadenante de conflictos en otra área diferente de su vida. Sentir que los demás son quienes la perturban, es no tener conciencia de que esa persona o situación está actuando como espejo, para que ella pueda encarar una parte de sí misma que no es capaz de reconocerse. La conciencia de que dentro de nosotros poseemos la totalidad  de fuerzas y sentimientos, es bastante limitada.

Solo podrán utilizar la polaridad como herramienta de conocimiento aquellas personas que estén dispuestas a integrar dentro de ellas toda la escaleta de energías de oposición que las desafían.

Permitir y darse cuenta de que nosotros mismos contribuimos a producir las confrontaciones en las que nos encontramos metidos, es aceptar la propia posibilidad de cambio.

Cuando reunificamos las dos caras de la misma moneda, estamos preparados para vivir otra historia, mucho más libre de condicionantes y menos dirigidas por uno de los posicionamientos adoptados.

A pesar de la dificultad de reconciliar polaridades muy contradictorias, (por física sabemos que lo no deseable se neutraliza cambiando de polaridad), el cambio de un grado a otro se consigue mediante la voluntad y el autodominio, dos valores que cada vez más, van adquiriendo un preciado valor en una sociedad que requiere de un mayor nivel de madurez y responsabilidad.

El arte de polarizar tan presente hoy en día, en la sociedad, en la política, en la economía, en la cuestión de géneros … quizá sea la herramienta de la que se esté valiendo la vida para transmutar hacia una nueva mentalidad.

 

María José Villalba

Psicóloga & Coach, especializada en Autoconocimiento, Liderazgo y Procesos de Transformación

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